Siguiendo con sus labores, Navarro les lleva dos bidones de agua a los niños que todavía permanecen escondidos. Aprovechando esa visita Navarro se dirige hasta Mateo para poder hablar con él de nuevo.
Además, Navarro les ha hecho una promesa de lo más valiosa a todos esos niños al darse cuenta de la realidad. Ha estado mucho tiempo cegado pero por fin Navarro ha abierto los ojos.
¡Así ha sido ese tierno primer abrazo entre padre e hijo!